¡Abajo la Reforma Tributaria!
Como en el
cuento de García Márquez, La increíble y Triste
Historia de la Cándida Eréndira y su Desalmada Abuela, la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico – OCDE y el gobierno de Santos imponen
un suplicio al pueblo colombiano, condenándolo a pagar lo que no debe. Ahora
mismo, el Congreso discute una Reforma Tributaria que exonera a los ricos
holgazanes de impuestos, reduce el tributo a las grandes empresas capitalistas,
mientras aumenta las cargas sobre el pueblo trabajador… todo, para sostener la
burocracia parásita estatal ladrona y corrupta, y pagar los compromisos de la
oligarquía con el capital financiero imperialista internacional.
Desalmado, como
la abuela del cuento, el Gobierno de los ricos pretende salvaguardar las
multimillonarias ganancias del capital financiero, industrial y comercial, rebajando
el impuesto de las grandes empresas del 43% al 32%; a la vez que suprime el
impuesto a la riqueza de los grandes burgueses y terratenientes. Aun así, los
representantes del gran capital tienen el descaro de lamentarse y lloriquear
porque la reforma amenaza con “penalizarlos” por evasión y ello “desestimula la
inversión”.
Es una violenta reforma
que, contraria a la cantaleta de la paz, declara la guerra a los trabajadores
al aumentar el IVA del 16% al 19% en los artículos de primera necesidad, al incrementar
los impuestos a los combustibles y a las bebidas azucaradas, al obligar a
tributar a quienes devengan más de $2.750.000 y a los pequeños productores y
comerciantes; a ello se suman los nuevos impuestos como el de la vivienda, las
publicaciones, el internet… a la vez que se mantienen tributos retardatarios
como el 4 X 1000. Es una declaración de guerra del capital contra el trabajo,
que incluso economistas burgueses como Eduardo Sarmiento Palacio se atreven a
decir que la “reforma reduce el salario
de los trabajadores para arreglar los desajustes del sistema económico”.
Es una reforma injusta
y desalmada que hará más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, con lo
cual agravará la crisis social y atizará la guerra de clases.
Por
consiguiente, el pueblo no debe resignarse, por el contario, debe rebelarse
contra ese engendro impidiendo su imposición con su lucha unida y organizada,
con independencia de los politiqueros y los jefes vendeobreros de las centrales
sindicales, que ahora posan como abanderados de la lucha cuando son cómplices
del gobierno y defensores de los capitalistas. Tampoco debe creer en las declaraciones
hipócritas de enemigos jurados como Álvaro Uribe y Vargas Lleras que
demagógicamente llaman a movilizarse contra la reforma cuando ellos
personalmente son responsables directos de reformas antiobreras y antipopulares
como la Ley 50 del 90 (Reforma Laboral), la Ley 100 del 93 (Privatización de la
Salud), o la Ley 789 del 2002 (Nueva Reforma Laboral): ¡Ni El Estado, ni los
Politiqueros, Solo el Pueblo Salva al Pueblo!
Los Comités de
Lucha llaman a desplegar la más enconada y enérgica movilización, uniendo y
generalizando la lucha contra la nueva reforma tributaria, a la reivindicación
del alza general de salarios, a la restitución de las tierras y la reparación
de los desplazados.
Y si el gobierno
se empeña en llevar a cabo su macabro y desalmado propósito, se arriesga, como
en el cuento de García Márquez, a verse envuelto en las furiosas llamas… la
cándida Eréndira, cansada del suplicio, un día dijo, ¡BASTA YA!
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