Permiso, permiso,
disculpen, perdón, cuidado con los pies,… gritan los camilleros tratando de
pasar llevando un paciente en estado grave, o con el cuerpo de alguien que ya
llegó a su fin; permisito, permisito, dice otro camillero empujando una silla
de ruedas que lleva paciente a exámenes; permiso, dice la enfermera buscando
avanzar con su carrito de medicamentos o el monitor para tomar signos vitales;
permiso, dicen quienes se esfuerzan por meter la escoba o el trapero debajo de
las sillas para hace algo de aseo.
En fin, situaciones
como estas se viven a cada momento en un corto pasillo de aproximadamente 1.5 m
de ancho por 6 m de largo, que hace parte de urgencias del Instituto Nacional
de Cancerología en Bogotá, Colombia. En este pequeño espacio están ubicados 15
pacientes sentados en sillas de espera, canalizados recibiendo el medicamento;
no pueden descansar, ni dormir, y así pueden quedar por tiempo indefinido.
Hay otro espacio
similar con pacientes atendidos en sillas de ruedas, y otros donde se
encuentran sillones un poco más “cómodos”, pero igual todos pegados donde el
personal de enfermería debe hacer maromas para colocarles los medicamentos; y
para los pacientes en estado más crítico, hay camillas, pero no son condiciones
mejores.
Es un lugar donde
confluyen también los acompañantes permanentes, visitantes que se van turnando,
médicos, enfermeras y demás, tornándose en ambientes que nada benefician a los
enfermos. Urgencias del INC, es un lugar sin ventilación, donde por momentos se
siente un calor insoportable, con apenas cuatro baños para un gran número de
pacientes, y donde se observan cualquier cantidad de casos de tipo de cáncer.
Además de eso, el
personal médico y de enfermería, es muy poco para brindar la atención que
merecen los enfermos; ellos hacen el esfuerzo, pero la situación exige mucho
más. Corren todo el tiempo para poder cumplir con todo lo que tienen que hacer;
cada auxiliar de enfermería tiene a cargo por lo menos diez pacientes, unos en
estado muy delicado, que ya no se pueden valer por sí mismos.
Esta es la dolorosa
situación vivida las 24 horas en urgencias del centro hospitalario
especializado en tratar el cáncer, donde llegan enfermos de todas partes del
país, y en aumento todos los días. Es literalmente un hacinamiento; el solo
hecho de entrar causa mucho impacto; es deprimente, doloroso e indignante ver
al pueblo atendido en estas condiciones miserables, mientras el Estado gasta grandes
sumas de dinero en la guerra, la politiquería, en salarios millonarios para los
parásitos funcionarios del gobierno y demás instituciones; o que los malditos
corruptos se enriquecen con la plata de la salud, o que gracias a la Ley 100
del paraco Alvaro Uribe, los dueños de las EPS acumulan grandes fortunas.
El Estado, el
gobierno nacional, el Distrito y su Alcalde, conocen muy bien esa situación,
pero nada les preocupa y no hacen nada por remediarla; para ellos, la salud del
pueblo colombiano se volvió un negocio redondo y evaden su responsabilidad.
Como el Presidente, el Gobernador, los Ministros, Congresistas y demás
parásitos, tienen medicina prepagada y son atendidos en los mejores hospitales
y clínicas, qué les va a importar que los de abajo estén padeciendo este
calvario. Para ellos, entre más rápido se mueran, mucho mejor porque queda más
platica para las EPS y para robar.
¿Podrá cambiar este
panorama? Claro que sí; si los pacientes y familiares, médicos, enfermeras,
trabajadores, se unen y se rebelan contra la situación que se vive en este
hospital, para reclamar condiciones dignas, para exigir al Estado que invierta
en construir una central de urgencias adecuada. Pero no debe quedarse en una
lucha únicamente de ahí, porque estas condiciones las soporta todo el pueblo en
los demás hospitales del Estado que aún quedan.
Hay que juntarse y
levantar la consigna ¡Por Salud para el Pueblo! ¡Lucha Directa y Organizada!
Porque todos, de una u otra manera, han sufrido y sufren las calamidades de un
sistema de salud que fue entregado por completo a empresas privadas, evadiendo
el Estado su responsabilidad de garantizar salud de calidad para los
trabajadores.
“Todos a pelear por
conseguir un verdadero sistema de salud para el pueblo trabajador colombiano. A
organizarse en Comités de Usuarios para la lucha, en cada hospital, localidad,
barrio, ciudad, etc. Comités que sean en verdad para batallar por los derechos
de los pacientes; luchando con independencia total sin dejarse manipular por
los politiqueros ni dirigentes corruptos que solo buscan beneficios personales
y contribuyen a sostener la privatización de la salud.”
La
salud es un derecho, no un negocio. Se conquista y defiende con la lucha
Comités
de Lucha, Colombia
Octubre
de 2019
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